Quienes Somos
Durante el trienio constitucional del reinado de Fernando VII (1820-1823), se dictaron las normas por las que se debía regir la Beneficencia Municipal con el fin de unificar y coordinar todos los servicios. Estas disposiciones culminaron en 1847 con el Reglamento Municipal de Beneficencia. En virtud de ellas se procedió a nombrar la Comisión Municipal de Sanidad de la ciudad de Medina de Rioseco. Mediante la aplicación del nuevo Reglamento de Beneficencia, todos los bienes que tenían fundacio-nes, cofradías y obras pías de carácter benéfico, algunas de las cuales databan del s. XVI, se unificaron para constituir un único establecimiento general denominado “Casa de ancianos y desvalidos y Hospital de Sancti Spiritus y Santa Ana”.
El edificio para asiento de la fundación se ubicó en dependencias del antiguo convento de San Fran-cisco que, tras la expropiación de bienes a la Iglesia , la Junta de Ventas provincial cedió al Ayuntamiento de Medina de Rioseco, pasando a partir de entonces, la adminis-tración y dirección del nuevo hospital general al Consistorio. En ese mismo año la Junta ya decidió separar la beneficencia municipal de en dos establecimientos: la casa asilo y el hospital, cada uno dotado de un fin diferente. El hospital atendía enfermos procedentes del asilo o de otros lugares de la ciudad sin distinción de edades, mientras que la casa asilo albergaba únicamente personas mayores de 60 años, menores de edad pero impedidos, sin recursos económicos y naturales de Medina de Rioseco.
No será hasta el año 1881 cuando lleguen de Madrid, cuatro Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, congregación que ya estaba en la ciudad desde 1878 con el fin de dar educación a las niñas en el antiguo colegio de los Dominicos, próximo a la Iglesia de San Pedro Mártir, para cuidar de caridad a los acogidos, nombrándo-se superiora a Sor Juana de Urrutia y a un capellá.
Y así funcionaron las dos instituciones benéficas anteriormente mencionadas hasta que en 1927, el patronato que administraba las dos instituciones decide unificar-las en una sola, con la denominación de “Hospital Casa Asilo de Sancti Spiritus y Santa Ana”, nombre que ha llegado hasta nuestro días. Estos primeros años fueron de enorme dificultad económica, la titánica misión encomendada a las Hijas de la Caridad , paliada en cierta forma con las aportaciones que el Consistorio destinaba al Hospital Casa Asilo sobre los beneficios de la nueva Plaza de Toros y de la reconstrucción del abandonado Teatro de Comedias ya convertido en el Teatro Principal de la Ciudad.

A pesar de estas aportaciones son años de enormes dificultades, no ajenos al devenir histórico que todo el país soporta. La institución sobrevive gracias a las generosas donaciones de los Riosecanos que bien mediante aportaciones económicas (donativos, regalos, herencias, etc …, o en especie o con su trabajo desinteresado (hasta los años 60, las jóvenes de Medina de Rioseco acudían a la Casa Asilo para ayudar a las hermanas en las faenas diarias de limpieza y mantenimiento).
Pero sin duda la aportación de las Hijas de la Caridad es esencial para el mantenimiento del centro. Son años de fuerte vocación religiosa y son muchas las hermanas que atienden la institución, con enorme dedicación y sacrificio convierten la Casa Asilo en una institución benéfica modélica en la asistencia a los más desamparados (niños con deficiencias físicas y psíquicas, ancianos sin recursos) lo que la convierte en la institución más querida de la Ciudad y pasa a formar parte de la historia reciente de nuestra Ciudad.
Con el fin de la Guerra Civil la situación económica de la Casa Asilo pasa a ser desesperada, en paralelo a las dificultades que la sociedad española atraviesa. El Ayuntamiento se ve desbordado en el limitado presupuesto para beneficencia, las donaciones a la institución se ven mermadas en cantidad y las hermanas que atienden la Casa Asilo se ven en la necesidad de salir a la calle para pedir limosna entre el pueblo para poder solventar las primeras necesidades de los internos. Sólo la destacada intervención, plena de sacrificio y dedicación, de las Hijas de la Caridad , y a la vocación de asistencia al más necesitado que impera en la Comunidad Vicenciana , se consigue superar las grandes dificultades de la época.
Hasta tal punto llega la imperiosa necesidad de recursos por parte de la institución que hace que varias hermanas se decidan a dar el paso de abordar a una de las figuras del toreo en ese momento, el caballero rejoneador Don Ángel Peralta con el fin que se haga cargo de la organización, junto con el Consistorio, de una corrida de toros de carácter benéfico cuyos beneficios irían destinados a la subsistencia de la Casa Asilo. Esta relación, tras unos primeros años de incertidumbre, resultó a la postre de vital importancia para el sostenimiento económico de la Casa Asilo.
El Festival Taurino se convirtió durante más de 50 años en un evento que traspaso la propia localidad, convirtiéndose en espectáculo taurino de obligada asistencia, hasta la celebración de su 50ª aniversario, que tuvo lugar el 23 de junio de 2003, ya que en su cartel se anunciaban las mejores figuras del toreo, lo que convocaba en la plaza de toros de la Ciudad a una gran cantidad de aficionados, ya no solo de la Localidad , sino de toda la provincia. Estos ingresos permitieron a la Casa Asilo paliar la insuficiencia de ingresos para la atender las primeras necesidades de los internos. En las ultimas décadas del siglo XX se produjo un cambio radical en la gestión de los centros de beneficencia, la mejora de la situación socioeconómica permitió a las instituciones públicas, hacerse cargo, cada vez en mayor medida de las necesidades de estos centros, mejorando la financiación de los mismos y en paralelo su situación asistencial. En esta línea a finales de los años 70 se decidió desde el Patronato la construcción de un nuevo edificio que venía a ampliar de forma significativa las instalaciones con las que contaba la Residencia de Ancianos, sustituyendo las viejas habitaciones y pabellones de las antiguas dependencias, en modernas habitaciones que permitían mejorar la asistencia al anciano. De esta misma época, años de 1979, es la firma del convenio de colaboración entre el Ayuntamiento de Medina de Rioseco y las Hijas de la Caridad , que viene a fijar las bases de las relaciones entre el Patronato Municipal y las Hijas de la Caridad en la gestión del Centro.
En los últimos años la Residencia de Ancianos “Sancti Spíritus y Santa Ana”, tras diferentes reformas y mejoras en las instalaciones, la adecuación de la financiación, y la profesionalización de su personal asistencial, se ha convertido en una institución modélica, en su gestión y su calidad asistencial al anciano, siendo muy demandado su ingreso por parte de la población de Medina de Rioseco y de toda la Comarca.
A pesar de la mejoría de la situación económica de los últimos tiempos y de los nuevos protocolos de gestión asistencial, nada de esto sería posible sin la determinante actuación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que durante los últimos 119 años han atendido la institución conforme a su regla y a su vocación cristiana de entrega a los mas necesitados, sobreponiéndose a las múltiples dificultades que a lo largo de su presencia en nuestra Ciudad han acontecido y dando una lección ejemplar de dedicación y solidaridad.
La Ciudad de Medina de Rioseco se siente enormemente agradecida y horrada por la presencia y labor desarrollada a lo largo de más de un siglo de estas mujeres consagradas a la vida religiosa como Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que trabajando en pos de los demás, siempre de los más desfavorecidos por la sociedad, y muchas veces anteponiendo su propia conveniencia, por mejorar la de los demás, han convertido la Residencia de Ancianos “Sancti Espíritus y Santa Ana” en una institución valorada y querida por todos los Riosecanos.